¿Rosario necesita seguir teniendo el puerto? La pregunta irrita a la historia de una ciudad que tiene en su identidad constitutiva al puerto. Casi que ofende a su pasado como desconociendo que la pujanza de una ciudad que se forjó en base al esfuerzo privado tuvo en sus muelles una infraestructura decisiva para apuntalar su crecimiento hasta convertirla en la segunda o tercera localidad del país. Para hacerla más digerible, la pregunta pueda reformularse en tono más académico: ¿Es hoy el puerto de Rosario un factor de desarrollo de la ciudad? Este interrogante hace tiempo que transita en círculos del poder económico y político, y ahora con el escándalo del tráfico de drogas por el puerto local, cobró más vigencia.

Si una imagen vale más que mil palabras, la ausencia de una foto de los últimos tres gobernadores de la provincia (Antonio Bonfatti, Miguel Lifschitz y Omar Perotti) recorriendo Terminal Puerto Rosario (TPR) lo dice todo. Mientras que sobran las fotos de los tres mandatarios visitando el puerto de la ciudad de Santa Fe, no hay registros visuales de ellos recorriendo obras en la concesionaria de los muelles I y II de Rosario, teniendo la Provincia la titularidad de ambos. Y eso que el puerto de Santa Fe es minúsculo frente al local y que también tuvo muchas caídas, aunque también minúsculas frente a las del rosarino. Como dato, el intendente Pablo Javkin nunca visitó el puerto y no tiene previsto hacerlo, incluso antes del escándalo de las drogas.

El intendente de Rosario no se muestra en el puerto de Rosario. El gobernador de Santa Fe no se muestra en el puerto público provincial más grande. Así de contundente es la distancia que toman los dos principales gobernantes de los muelles rosarinos. Y si los políticos no se muestran en el puerto es porque el puerto no está integrado a la comunidad ni tampoco juega un papel importante en el mundo empresario. Si los ciudadanos y los empresarios estarían integrados al puerto, allí estarían los políticos, sobre todo en campaña.

Accionistas escondidos

Pero hay más indicios de la desconexión del puerto con el entramado local que activan el interrogante de si el puerto es factor de desarrollo de la ciudad. Por ejemplo: ¿Quién es presidente hoy de TPR? Nadie fuera del ambiente lo sabe. Y en el ambiente pocos saben la respuesta. La lógica indicaría que el presidente del puerto de Rosario debería ser una figura pública importante y un empresario referente de paso regular por la Casa Gris, el Palacio de Los Leones, Bolsa de Comercio, los medios de comunicación y también las actividades sociales, culturales y solidarias. En todos esos ámbitos debería ser recibido con las puertas abiertas. Pero no es así.

El primer presidente de TPR, Guillermo Salazar Boero, siempre fue visto con resistencia en el establishment por su meteórico ascenso en el negocio y las compañías que frecuentaba. Terminó vendiendo sus acciones para evitar el derrumbe de la empresa portuaria a Gustavo Shanahan, hoy procesado por narcotráfico.

Al tomar Vicentin el control de TPR tras comprárselo a Shanahan, se sentó en esa silla Gustavo Nardelli, quien sí sacó lustre en los medios y fue figura en la Bolsa en los tiempos en que Vicentin, impregnó con su sello a la entidad con asiento en la esquina de Córdoba y Corrientes. Incluso, la Fundación Libertad, playa de cabecera del PRO porteño (no rosarino y santafesino), buscó instalarlo como pre-candidato en los meses de oro del macrismo.

Pero en 2019 estalló la crisis de Vicentin, que protagonizó el mayor default en la historia del mercado de granos y que tiene a todo su directorio imputado por estafa; y por eso Nardelli (quien al no haber sido director de la aceitera no está bajo la mira de la Justicia, pero sí es portador del apellido de una de las familias que condujo a Vicentin al desastre) no podía seguir siendo la cara visible de TPR, aunque sigue estando muy activo internamente en la conducción del puerto.

¿Quién es el actual presidente de TPR? Es Alejandro Bohtlingk. Se trata del CEO de Ultramar Argentina, la filial nacional de la empresa chilena que es la otra accionista de TPR, y que es un verdadero peso pesado del negocio a nivel Sudamérica. Tenerla en el puerto es un lujo, porque no sobran los jugadores internacionales serios interesados en este negocio.

Con la caída de Vicentin, los chilenos ganaron peso en la conducción y tomaron la mayoría accionaria (antes tenían el know how operativo pero eran minoritarios), si bien las tenencias están casi repartidas de igual forma. Bohtlingk -un ejecutivo de reconocida trayectoria y seriedad profesional- no tiene residencia en Rosario, y si bien en el último tiempo estuvo bastante retirado por razones personales, es un desconocido para la ciudad pese a que maneja una empresa emblemática y opera una concesión.

Puerto chico

Pero para no perder el hilo, ¿Por qué Rosario necesita seguir teniendo un puerto">