Las enormes “filas del hambre” que se formaron en las sedes del Ministerio de Capital Humano y la dura advertencia de la Iglesia católica para que “la comida no sea variable de ajuste”, pronunciada casi al mismo tiempo que el presidente Javier Milei iniciaba una gira internacional que incluirá una visita al Vaticano, son llamados de atención contundentes de lo que se puede incubar en los barrios más pobres de las ciudades argentinas mientras el gobierno corta por completo el envío de alimentos a comedores y merenderos. El ataque del oficialismo es a la intermediación que realizan las organizaciones sociales. Y si bien anuncia que se diseña un nuevo sistema, más parece ser un problema de interlocutores y de ideología: la ministra Sandra Pettovello, mientas decenas de miles de personas la esperaban en su despacho, entregó este lunes fondos para ayuda social a la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas y firmó convenios con la Fundación Conin de médico Abel Albino, el mismo que durante el debate de la ley del Aborto dijo que el preservativo no sirve de nada porque "el virus del sida atraviesa la porcelana".

Así, mientras el tema asistencia alimentaria queda atravesado por las disputas políticas, flota una pregunta: ¿la istración libertaria dimensiona la magnitud del problema">