Este jueves, se desató una revolución en medios de comunicación y redes sociales por la participación de la boxeadora Imane Khelif -a quien consideraron desde un primer momento como mujer trans por exceso de andrógenos- en los Juegos Olímpicos. Todo ocurrió luego de que la argelina le ganara en solo 46 segundos a la italiana Angela Carini, quien tras perder, aseguró que “nunca en su vida” la habían pegado tan fuerte y pidió que el Comité Olímpico Internacional juzgue lo ocurrido.
El debate de si las personas con identidades no cis pueden o no participar de competencias deportivas se instaló en todo el mundo. En Argentina hasta el presidente Javier Milei tomó postura en el asunto y le reclamó a los “boluprogres” que expliquen lo ocurrido. Además, el primer mandatario señaló que si Khelif seguía, podía “matar” a Carini.
Imane Khelif pudo competir en los Juegos Olímpicos porque es mujer cis género. Nació con sexo femenino y se identifica con él. Un dato que no trascendió y abrió las puertas a un viejo debate que divide las aguas entre la biología, el binarismo y las competencias deportivas, es que la boxeadora convive con hiperandrogenismo, es decir exceso de andrógenos u hormonas sexuales masculinas en la sangre de una mujer. Dentro de estas hormonas, las más importantes por su potente acción son la testosterona y la dihidrotestosterona.
Imane Khelif pudo competir en los Juegos Olímpicos porque es mujer cis género. Nació con sexo femenino y se identifica con él
Por otro lado, Khelif es de Argelia, un país musulmán donde el cambio de sexo está prohibido. ¿Cómo iba a representar a su país en una competencia internacional incumpliendo con los reglamentos sociales básicos">