El viaje de esta semana de Javier Milei a Israel, un país en guerra, dejó varios puntos para analizar y también algunas preguntas. El itinerario, por momentos, pareció ser una peregrinación personal en su conversión al judaísmo más que una visita de Estado. El presidente argentino manifestó fanatismo hacia lo más profundo de la religión y se encargó que el mundo lo vea. Esto lleva a preguntar: ¿Qué busca con este acercamiento? ¿Ha tomado en cuenta los costos que esto conlleva">