Brayton Villa y Thiago González, los dos adolescentes que en noviembre de 2023 participaron en el homicidio del policía Leoncio Bermúdez, eran primos. Ambos habían declarado ante un juez de Menores por aquel crimen cometido en el Hospital Provincial. No quedaron detenidos, ya que no eran alcanzados por la ley penal. Menos de un año después, terminaron asesinados. Tal vez fue el precio de haber quedado en libertad dentro de un submundo donde la muerte es moneda corriente.

“Son manos de obra barata, que se utiliza y se descarta. Los callan porque no les conviene que crezcan, que sepan y estén activos”, explicó un investigador sobre el destino de Brayton y Thiago.

En el caso de Thiago González (16), asesinado el viernes dentro de un taxi-Didi en Ayacucho y Guillermo Tell, el fiscal Alejandro Ferlazzo ordenó allanamientos en la zona y la Policía detuvo a un sospechoso de apenas 18 años en un pasillo a la altura del 6750.

Quizás el miércoles, cuando el señalado Benjamín G. sea imputado, se conozca algo más del trasfondo del crimen de Thiago y si guarda relación con el de su primo Brayton, ejecutado el 21 de junio de 2024 dentro de un Uber en Guatemala al 2300.

Por su edad, Brayton y Thiago no fueron detenidos pese a que las cámaras del Hospital Provincial los captaron expectantes en la vereda del hospital aquella noche del 13 de noviembre de 2022, cuando el subinspector Bermúdez fue asesinado de un disparo.

Está claro que el crimen del policía no fue premeditado, sino el saldo trágico de un plan fallido. El tirador, que participaba en un intento de fuga del recluso Gabriel Lencina –atendido por tuberculosis en el hospital–, le disparó a Bermúdez cuando se cruzaron durante la huida, tras tirotearse con penitenciarios en la guardia.

Lencina era un interno del pabellón 9, conocido como el Pabellón del Peruano por la estadía allí del narco peruano Julio Andrés Rodríguez, trasladado en 2021 al Servicio Penitenciario Federal. Otro recluso notorio de esa ala era Brian Emanuel “Negro” Villalba, involucrado por entonces en una disputa territorial en barrio Stella Maris, donde una ola de violencia obligó al cierre temporal de centros de salud.

En ese marco, Brayton Villa quedó vinculado al crimen de Lorena Vega, ejecutada en su casa de Juan B. Justo al 8600 dos días antes del asesinato de Bermúdez. Los gatilleros buscaban en realidad a su hijo.

Brayton volvió a zafar por ser no punible. En cambio, la fiscal Gisela Paolicelli imputó a Fernando “Nando” Lastra (20) como coautor del crimen en Stella Maris.

“Es una persona que no es la primera vez que comete este tipo de delitos y responde a un grupo de chicos menores. Cumplen «trabajos» que les encomiendan personas privadas de la libertad, que en realidad son tareas de sicariato”, dijo la fiscal.

En referencia a Villa y a otros casos, Paolicelli advirtió: “Se está dando este fenómeno de que, al haber tantas personas ya detenidas, quienes quedan para ejecutar los hechos en su mayoría son menores de edad, incluso no punibles”.

Por esos días, tanto Brayton como Thiago se presentaron ante el juez de Menores Estanislao Surraco, tras ser allanadas sus casas y enterarse de que los buscaban por delitos graves cuyas consecuencias, de todos modos, no los alcanzaban. Tenían 14 y 15 años.

Los involucrados en el crimen de Leoncio Bermúdez.

Ya los habían querido matar. El 5 de febrero de 2023, Thiago recibió un balazo en la cadera en Ayacucho y Guillermo Tell, por parte de dos atacantes en moto. Fue casi en el mismo lugar donde, dos años después, lo asesinaron.

En octubre de 2023, en la casa de Brayton –en Madre Cabrini al 2300– un grupo comando de ocho personas le disparó en un pie y golpeó también a su primo Thiago. Ambos fueron asistidos en el Hospital Roque Sáenz Peña. Frente a esa vivienda hubo más de un tiroteo.

Los dos adolescentes estaban inmersos en una trama mafiosa con epicentro en el extremo sur de Ayacucho, ya cerca del puente del barrio Saladillo, donde la muerte de jóvenes ligados al narcomenudeo es parte del paisaje.

Allí mismo, el 14 de agosto de 2022, Adriano Palacios (14) fue ejecutado de ocho tiros dentro de su casa, ubicada en uno de los pasillos próximos a la barranca.

El móvil fue una disputa narco. Extraoficialmente se mencionó a Los Picudos, una banda de soldaditos de la zona, señalada como “mano de obra barata” para cometer crímenes por encargo de un recluso vinculado a Los Monos.

El 14 de julio de 2024 fue el turno de Nehemías Aarón Traverso (16), asesinado de un tiro en el tórax en Ayacucho y Guillermo Tell. Lo mataron a metros de su casa. En los meses previos había sido detenido dos veces portando armas de fuego –calibres 9 mm y .40– en el mismo sector.

En esa misma esquina cayó el presunto homicida de Thiago González, otro engranaje fungible en un tablero repleto de peones que, tarde o temprano, saben demasiado. Y eso, en libertad, es un riesgo.