Mayo es el Mes Mundial del Cáncer de Vejiga. Esta enfermedad, poco mencionada en el debate público, impacta con fuerza en la salud de miles de personas. De hecho, en Argentina, se diagnostican alrededor de 4mil nuevos casos por año.
En este marco, desde la Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer (LALCEC) destacan la importancia de trabajar sobre los factores de riesgo que incrementan las posibilidades de desarrollar la enfermedad y acudir a la consulta no solo ante la presencia de cualquier de sus síntomas, sino regularmente para favorecer un diagnóstico temprano, tanto de esta como de cualquier otra afección.
Desde el Instituto Nacional del Cáncer, en la Argentina se detectan cerca de 3.800 nuevos casos de cáncer de vejiga cada año. En cuanto a su nivel de letalidad, de acuerdo a las estadísticas vitales del Ministerio de Salud de la Nación (DEIS) correspondiente al año 2023, fallecieron 1.319 argentinos por esta causa ese año (73% hombres y 27% mujeres).
En este aspecto, la diferencia de sexos refleja una prevalencia mucho mayor en hombres, lo que puede explicarse con factores de riesgos como la exposición prolongada al tabaco o a ciertos agentes químicos en contextos laborales específicos. Además, desde Lalcec añadieron que "más allá de las estadísticas, lo más importante es que la población esté informada sobre cuáles son los signos de alerta, porque esta es una enfermedad que muchas veces no se manifiesta hasta estadios avanzados”.
Entre los síntomas más frecuentes se encuentran:
-Presencia de sangre en la orina (hematuria): Se trata del síntoma más característico, a la vez de que es un síntoma indoloro. Muchas veces pueden verse incluso coágulos. Puede que esto suceda una única vez y no vuelva a repetirse en mucho tiempo, pero es importante no demorar la consulta médica para descartar posibilidades.
-Orinar con frecuencia o urgencia.
-Dolor al orinar.
-Infecciones urinarias recurrentes.
-Sensación de vaciamiento incompleto de la vejiga.
-Dolores persistentes en la parte baja de la espalda o en la pelvis.
En ausencia de un programa de tamizaje poblacional específico para este tipo de cáncer (como sí existe para el cáncer de mama, de cuello uterino o de colon), la identificación precoz depende en gran medida del nivel de conciencia de la ciudadanía y de la atención primaria de salud: “No tenemos herramientas de screening masivo para la vejiga, por eso insistimos en la necesidad de que cualquier persona que presente síntomas urinarios persistentes consulte con su médico de cabecera o con un urólogo. Esa consulta puede ser determinante”.
El rol del tabaquismo
Una de las particularidades del cáncer de vejiga es su fuerte asociación con el tabaquismo, ya que se estima que la mitad de los casos están vinculados con este factor de riesgo: “El cigarrillo no solo está relacionado con enfermedades pulmonares o cardiovasculares. Muchos de los compuestos cancerígenos del humo del tabaco se eliminan por la orina, lo que implica una exposición directa de la vejiga a estas sustancias tóxicas. Una persona fumadora tiene hasta tres veces más riesgo de desarrollar este tipo de cáncer que alguien que nunca fumó”.
Además, existen otros factores de riesgo. Entre los modificables se encuentran:
-Exposición ocupacional a sustancias como pinturas, disolventes, productos derivados del petróleo y metales pesado.
-Consumo de agua contaminada con arsénico.
Finalmente, entre los factores de riesgo no modificables, se encuentran los antecedentes familiares de cáncer urotelial.
Tratamiento
Las opciones de tratamiento dependerán del tipo, grado y estadio del cáncer de vejiga, además de la salud general del paciente. Habitualmente el abordaje suele incluir cirugía, quimioterapia en la vejiga, quimioterapia general, radioterapia, inmunoterapia y terapia dirigida; esta última para los estadios más avanzados.
Sin embargo, los especialistas destacan que los resultados más alentadores se logran cuando la enfermedad se detecta en etapas iniciales y el tumor aún no se diseminó por fuera de la vejiga.
Además, en la actualidad, la medicina cuenta con una gran cantidad de alternativas terapéuticas de última generación, como la inmunoterapia, los anticuerpos monoclonales conjugados con fármacos y tratamientos dirigidos a mutaciones específicas. Estos desarrollos han cambiado el paradigma y permiten ofrecer nuevas oportunidades incluso en fases metastásicas.
Por todo ello, es clave romper el silencio alrededor de esta enfermedad y asumir un rol activo en el cuidado de la salud: “No se trata de generar miedo, sino de empoderar a las personas con información confiable, para que puedan tomar decisiones a tiempo. Una consulta médica puede ser el primer paso hacia un diagnóstico temprano y un tratamiento exitoso”.
Fuente: NA.