Un reciente informe revela que, si se gestionaran de manera más eficiente los fondos ya existentes, algunas jurisdicciones podrían mejorar hasta 52 puntos porcentuales en los aprendizajes de Lengua y Matemática. No se trata de gastar más, sino de gastar mejor.
El informe “Eficiencia de la inversión educativa provincial en Argentina”, elaborado por María Sol Alzú, Leyre Sáenz Guillén (Argentinos por la Educación) e Ivana Templado (FIEL), analiza la eficiencia del gasto educativo a nivel provincial. ¿Qué significa esto? Básicamente, cuánto rinden los recursos que se invierten por alumno del sector estatal, contrastado con los resultados obtenidos en las pruebas Aprender 2023 de sexto grado.
Aunque una mayor inversión suele estar asociada con mejores aprendizajes, la relación no es lineal. Factores como la gestión educativa, las políticas implementadas, el contexto socioeconómico e incluso la infraestructura escolar influyen en la capacidad de transformar recursos en resultados concretos.
Provincias con distintos rendimientos: ¿quién aprovecha mejor lo que tiene?
Según el análisis, CABA, Córdoba y Formosa encabezan el ranking de eficiencia. Invierten de forma que logran mayores logros en Lengua y Matemática, considerando los recursos disponibles. En el otro extremo, Chaco, Catamarca y Tucumán aparecen con márgenes amplios de mejora: si usaran sus fondos con mayor eficiencia, podrían obtener resultados hasta 52 puntos porcentuales mejores, sin necesidad de aumentar el presupuesto.
Este análisis es relativo: compara a las provincias entre sí, teniendo en cuenta las diferencias estructurales, como el grado de ruralidad, la incidencia del sector privado y los ingresos fiscales. La foto muestra que, en muchos casos, el problema no es cuánto se gasta, sino cómo.
¿Dónde está el cuello de botella?
El estudio también pone la lupa sobre variables clave como la conectividad, el equipamiento escolar, la proporción de alumnos por cargo docente, el tiempo de jornada escolar y el porcentaje de docentes suplentes. Desde esta perspectiva, las provincias más eficientes resultan ser Chubut, Misiones, Córdoba y CABA. Las menos eficientes: Chaco, La Rioja y Tucumán.
Una de las conclusiones más potentes del informe es que la eficiencia no siempre está atada al volumen de recursos, sino a cómo se distribuyen y gestionan. De hecho, provincias que dependen más de transferencias nacionales suelen mostrar menores niveles de eficiencia. Esto evidencia una vulnerabilidad en la planificación y ejecución del gasto educativo cuando hay mayor dependencia externa.
¿Qué hacer con esta información?
Ivana Templado, coautora del informe, es contundente: “Dados los mismos recursos, se pueden lograr mejores resultados educativos. Pero con logros generales tan bajos, alcanzar la eficiencia no significa estar bien, sino apenas estar mejor de lo que se está ahora”.
El desafío, entonces, es doble. Por un lado, mejorar la calidad del gasto. Por el otro, repensar la estructura del sistema educativo para que cada peso invertido contribuya efectivamente a mejorar el aprendizaje. Porque si el objetivo es que los chicos aprendan más y mejor, no alcanza con discutir cuánta plata hay: hay que mirar cómo se usa.
Daniel Schteingart, director de Planificación Productiva en Fundar, plantea que este tipo de análisis permite salir del debate ideológico (“más o menos Estado”) y pasar a un enfoque empírico: “No alcanza con aumentar el gasto si no se mejora su eficiencia. En un país con recursos escasos y enormes desafíos sociales, mejorar el uso del dinero público es urgente”.
El mapa educativo como espejo del federalismo
Javier Curcio, investigador del IIEP (UBA-CONICET), insiste en que el estudio pone de relieve la necesidad de una coordinación más eficaz entre Nación, provincias y municipios para reducir desigualdades territoriales. “No puede depender la calidad educativa del lugar donde nace un chico. Es una deuda de nuestro federalismo”, apunta.
Por su parte, Alejandro Morduchowicz, experto en planificación educativa, señala que en Argentina casi no hay estudios de este tipo y que, con esta evidencia, algunas provincias podrían mejorar su desempeño revisando sus propias prácticas: “Cada peso debe cumplir su objetivo: mejorar la educación”.
En conclusión, la educación no mejora solo con buenas intenciones o con presupuestos abultados. Hace falta gestión, planificación y capacidad para convertir recursos en resultados. Este informe, con datos comparativos y rigurosos, ofrece una herramienta clave para repensar la política educativa provincial. La pregunta ya no es quién invierte más, sino quién invierte mejor.