El comisario mayor retirado y piloto e instructor de vuelos, Fernando Scabuso, es el actual jefe de operaciones de la empresa UTV Aeroemergencias que realiza los rescates y traslados aéreos en la zona. El próximo 6 de junio en la Fundación Villavicencio (Alvear al 800) a las 16, presentará su segundo libro Medevac (palabra ómnibus que significa evacuación médica civil) dedicado al servicio de Operaciones Helitransportadas y dirigido a bomberos, rescatistas, médicos y a todo aquél que le guste un poco la Historia ya que hace referencia a cómo se iniciaron los servicios en Argentina y la experiencia en la guerra de Malvinas.
Scabuso adelantó parte de las experiencias en su trabajo en la Policía y en el sector privado como el accidente que tuvo hace un año en Pueblo Esther, entre otras. En una charla a solas con Rosario3 también dejó sus impresiones sobre la actual flota de helicópteros que hay en la provincia y la necesidad de contar con una red para cubrir la superficie santafesina.

–¿En qué consiste el trabajo de la empresa de aéreo-emergencias?
–Cuando me retiré de la Policía vinieron del grupo Oroño a verme porque querían hacer traslados de órganos y después se dieron cuenta que podían dar un paso más. Compraron el helicóptero, armaron el helipuerto y pusieron en marcha un servicio prehospitalario. En este tipo de servicio se ve la diferencia en el paciente tiempo dependiente: no hace mucho la diferencia en Rosario porque hay muchos hospitales y sanatorios cerca, en cambio cuando te alejas de la ciudad la inmediatez del helicóptero ya cambia la ecuación y más en un paciente crítico. Tenemos un valor agregado a la velocidad del helicóptero y es todo lo que hay dentro, ya que el helicóptero lleva una terapia intensiva móvil con equipamiento y profesional médico abordo. El traslado aéreo que hacíamos en la Policía era sin equipamiento y solo traslado a un centro de atención, era sacar al paciente del estado de aislamiento y eso lo puede hacer cualquiera. En cambio, ahora hasta se puede hacer una ecografía en el lugar y entregamos al paciente con un diagnóstico cuando llegamos al hospital o sanatorio de destino.
–¿Atienden cualquier accidente o circunstancia que ocurra?
–No es un servicio público, es privado, de puerta a puerta. Tenemos más de 74 clientes, municipios y comunas de la zona a unos 150 kilómetros alrededor, y empresas, fundamentalmente, del cordón industrial. Cuando son superados en la emergencia, le damos una respuesta. Pero además tenemos un montón de rescates humanitarios, más allá de que sean afiliados o no. Y en ese sentido la empresa nos brinda todo el apoyo frente a la decisión que tomamos como equipo de salir a ayudar cuando nos enteramos de una circunstancia que lo requiera. Recuerden que mover un helicóptero cuesta 2800 dólares por hora de vuelo. Somos los únicos que le podemos dar una chance más de vida.
–¿Cómo fue el paso de trabajar para lo público y ahora en lo privado?
–Muy fuerte. Durante 32 años istré pobreza y gerencié los recursos de la mejor manera en todas las áreas que estuve (TOE, Drogas, Comisarías, Comando Radioeléctrico, Inspección de zona) dejándonos ayudar por la sociedad con la cooperadora y donaciones, hasta he organizado cenas para comprar una cámara de fotos. En cambio, los recursos en el sector privado siempre están. Se trabaja con confianza, cómodo y seguro. En la aeronáutica no se puede improvisar o jugar al filo de la navaja, hay operar sobre lo seguro sino después vienen las consecuencias.

La flota oficial
Independientemente de los servicios privados, hoy el Estado santafesino cuanta con dos helicópteros, uno que usa el gobernador y otro que fue destinado a Defensa Civil. También, hay otros dos aparatos que están fuera de servicio porque son obsoletos y fueron comprados durante la segunda istración del socialismo. Por estos días arribará una nueva unidad adquirida por la actual gestión provincial que estará destinada a cumplir tareas de seguridad, se trata de un Robinson R44 Raven I, “liviano multipropósito monomotor”. Y, en el marco del operativo Bandera, está el helicóptero que suele sobrevolar la ciudad perteneciente a la Policía Federal que patrulla en determinada franja horaria aunque no interviene en procedimientos y hace relevamientos de inteligencia.
–¿Qué sería lo ideal para la provincia de Santa Fe?
–Una red de helicópteros porque hoy estoy limitado a 150 kilómetros a la redonda por autonomía, combustibles y tiempo. Por eso se necesita una red. Podríamos contar con tres helicópteros: 1 en Reconquista, otro en ciudad de Santa Fe y el tercero en Rosario. Y la reglamentación de la Anac (Agencia Nacional de Aviación Civil) no debería ser tan exigente y ser más flexible ya que cuando se redactó los helicópteros eran otros, con más rangos de accidentes. Hoy, con la evolución que han tenido es muy difícil que ocurra una parada de motor. Otros países como Brasil, Estados Unidos y México operan con helicópteros mono-motores y a mitad de costo. Hoy hay que invertir entre 3 y 5 millones de dólares para adquirir un bimotor, con unos 2,5 millones menos podríamos comprar uno monomotor y en vez de adquirir uno se pondrían tener dos.
–¿Se justifica tener en el Estado provincial un servicio así con lo que cuesta adquirir y mantener dichos recursos?
–Sí. La provincia es muy larga y para el norte se necesita un helicóptero para evacuar gente, asistirla, vacunarla. El trabajo que puede llevar (trasladándose en un auto) hasta un mes se puede hacer en un solo día.
–¿Hay suficiente cantidad de pilotos para helicópteros?
–No hay tantos para cumplir servicios de traslado. Hay más pilotos de aviones. El costo operativo de la formación de un piloto de helicópteros cuesta siete veces más. Todos los helicópteristas provenimos de las fuerzas de seguridad o de las fuerzas armadas. En mi equipo no tengo pilotos civiles: uno es un ex de la Federal, otro un ex de la policía provincial, y un tercero es un ex piloto del Ejército. Adquirimos la experiencia en el Estado, pero cuando uno se retira esa experiencia se vuelca al sector privado.

Volver a nacer
El jueves 25 de abril de 2024 Scabuso protagonizó un accidente con un helicóptero biplaza nuevo de origen italiano en el aeroclub de Pueblo Esther junto a un mecánico en el momento del descenso tras un vuelo de prueba. Se salvaron de milagro, el ex comisario tuvo doble fractura de clavícula mientras que su acompañante sufrió una fractura de hombro. A pocos días de “cumplir un primer año de vida”, según así lo siente, repasa con lujo de detalles y sin pausa los errores que cometió y la escena del hecho.
–Trabajaba para otra empresa que se dedica a importar helicópteros. Trajimos un helicóptero de Italia adonde fui varias veces a entrenar y prepararme, pero resulta que no volaba. Es que (antes de traerlo a Argentina) había sido enviado a Noruega con un kit de ensayo para volar en zonas frías y resulta que nunca se lo sacaron. Finalmente, en Pueblo Esther, se lo sacamos para liberarlo. Y ahí empezó una cadena de errores, por confianza o por cansancio empezás a dejar de lado cuestiones de seguridad: no tenía cadenado, no verifiqué el líquido de lastre, y cuando salimos a volar ese día de prueba me agarró un viento de enfrente y, sin encadenado ni lastre, no pude hacer nada y me lo sacó de las manos. Tuve doble fractura de cervical, pude reconocer la lesión y prevenir algo más grave. El mecánico (Bocha) se sacó antes el cinturón, y al impactar se golpeó y se fracturó el hombro. Quede cabeza abajo, apagué el motor, e identifiqué un dolor raro y me acuerdo del entrenamiento y me di cuenta que me rompí la cervical. Me quedé quieto ya que no había humo ni olor a combustible. Llamé por el teléfono celular a mis compañeros del equipo de rescate y a mi mujer. Los Bomberos llegaron enseguida porque estaban cerca, uno me quiso sacar y le pedí que no lo hiciera porque si no me rompía la columna. Inmediatamente, llegó el helicóptero de mi equipo de rescate y dije «me salvé». Ocho minutos tardaron entre asistir al mecánico y a mí. Lo que más recuerdo es la sensación que te acaricien, que te digan que todo va a salir a bien. Luis Ayala, bombero de Pueblo Esther, me decía nos entrenaste bien, todo va a salir bien, eso es lo mejor. Después del accidente me di cuenta que estuve en ambos lados, soy rescatista y ahí estuve como víctima, por eso lo más importante es darle contención a la víctima. La intervención de mi equipo, como pasaron las cosas, como manejaron la situación, evitaron que quede en sillas de ruedas.
–¿Es consciente que está más cerca de la muerte que el resto de los mortales, no?
–Cuando volví a solicitar la licencia tras el accidente tuve que hacer un examen psicológico y fue muy cómico porque el profesional me decía que en cierta manera yo jugaba con la muerte. Le tengo respeto a la muerte, estuve en cinco enfrentamientos a los tiros, es parte de mi esencia, hace siete años que estoy en una empresa de emergencias y lo vivo muy de cerca. No me gusta que me pasen las cosas. Una cosa es no respetar la muerte y otra cosa es saber actuar y auto-controlarme. Al final, (a la licencia) me lo dieron diciendo «esté no está tan loco».

La mención a Malvinas
Scabuso hace una referencia a Malvinas en su libro y rescata la historia del comodoro (R) Luis Longar, quien rescató a pilotos eyectados y náufragos, alimentó tropas y grupos especiales, y trasladó heridos durante la guerra del Atlántico Sur. Es más, el 21 de mayo se instauró como Día del Helicopterista Militar en honor a un rescate suyo junto a su tripulación en altamar de un piloto eyectado de la Fuerza Aérea bajo fuego enemigo con una aeronave desarmada y sin apoyo. Longar estará en la presentación del libro del piloto rosarino junto a otro veterano, el comandante Hipólito Molina Carranza.
–¿Por qué la referencia a la guerra de Malvinas?
–No pude estar en la guerra, me anoté de voluntario porque no me daba la edad y me dieron un trabajo en Defensa Civil donde controlábamos los operativos acá. Mi carrera aeronáutica me acercó a dos pilotos de combate como fueron Longar y Molina Carranza. A ellos los cito en el libro como así también a las mujeres enfermeras que estuvieron allí. Me parece que nunca debemos dejar de malvinizar en respeto a los que fueron y en memoria a los que no volvieron. Después de Malvinas tuvimos mucha experiencia y enseñanzas desde lo tecnológico, incluso. Los veteranos nos enseñaron ese aprendizaje para aplicarlo en la vida civil. Mis dos licencias de piloto comercial y piloto de helicóptero me las dio Longar.