La volatilidad ya no es una anécdota: es el hábitat natural de los negocios. En una semana donde la política y la economía se cruzaron con la precisión de una tormenta, Santa Fe jugó en varios frentes al mismo tiempo: reformar la Justicia, evitar quiebras emblemáticas, competir con productos importados un 40% más baratos y dar señales fiscales para retener empresas que dudan.
Del lado judicial, la provincia tiene en carpeta una reforma postconstituyente que va más allá de la Corte Suprema: apunta directo a la Cámara de Apelaciones Laborales, donde, según el Ejecutivo, se concentra un volumen de fallos que elevan los costos laborales. Varios antecedentes recientes –como el revés de la Corte al caso de actualización vía RIPTE o el fallo que afectó al sindicato de taxis– activaron la alarma. En Economía ya hay acuerdo para sumar peritos y ajustar los porcentajes que hoy encarecen indemnizaciones ligadas a ART. De allí que están mirando con lupa los candidatos para cubrir 5 de los 9 juzgados actualmente vacantes en Rosario y Casilda.
La preocupación judicial se combina con otro frente sensible: crisis o quiebras de empresas históricas. Esta semana volvió a preocupar el posible desenlace de Celulosa, mientras es un secreto a voces que crecen las industrias, comercios y espacios gastronómicos que siguen sin encontrar un rumbo claro. Algunas firmas trabajan a pérdida, otras reestructuran, y la sombra de los despidos empezó a aparecer con mayor fuerza en conversaciones privadas. Una recorrida por Pichincha cualquier día de la semana, salvo un par de excepciones, es un ejemplo contundente de caída del consumo. En Buenos Aires hasta con estrellas Michelín bajaron en estos días las persianas.
Agroactiva fue la primera señal clara del gobierno provincial sobre la preocupación de la actividad económica. El ministro de Economía provincial, Pablo Olivares, lo graficó así:
“Hace un año escuchábamos, y seguimos en el mismo nivel de optimismo, al presidente de la Nación plantear que la economía luego de estas reformas iba a tener un crecimiento, y utilizó una metáfora que seguramente todos recordarán: que la economía iba a irse para arriba como flatulencia de buzo. Hoy venimos a aportar con el financiamiento y todo este contrato productivo una cuestión necesaria que es hacerle una pequeña incisión al neopren porque evidentemente algo está faltando para que eso vaya para arriba”.
También pidió a Nación que deje de incrementar impuestos como el de los combustibles que impactan en toda la cadena, tras aplicarse el domingo pasado un nuevo incremento. En su cuenta de X apuntó que "la idea transmitida" fue "aumentó el precio de los combustibles", cuando "en realidad lo que hubo fue un aumento del 5,8% en el impuesto que el Estado Nacional le cobra al por cada litro de combustible que carga".
Hasta la vicegobernadora Gisela Scaglia (PRO) dijo lo que muchos empresarios piensan pero pocos dicen en voz alta:
“Esta apertura indiscriminada de las importaciones no es un modelo a seguir”.
El sector de la construcción dejó su propia señal de alerta en la convención anual de CAMARCO. Ricardo Griot, dueño de Pecam y vicepresidente de la entidad a nivel nacional, criticó que los créditos UVA reactivaron más el mercado de usados que el de obras nuevas.
“El crédito se orientó históricamente a la compra del usado. Algún día eso se agotará, y si el financiamiento persiste, llegará el turno de los desarrollos nuevos, que es lo que más nos interesa”, señaló.
Gustavo Llambías, socio de Real Estate Developers, advirtió que si no se duplica o triplica la velocidad de construcción, el déficit habitacional de 1,8 millón de viviendas seguirá siendo una utopía. Las trabas istrativas, sumadas a ingresos deprimidos y créditos insuficientes, cierran el círculo de la parálisis. También apuntó que este “déficit” es una oportunidad.
En materia de infraestructura la única alternativa que está esperando el sector de la construcción es la vuelta de una versión más flexible de los denominados PPP, que durante la gestión de Macri se lanzaron pero nunca terminaron de prosperar. También creen que de a poco todos los sectores productivos (agro, minería, petróleo) y logísticos irán unificando el discurso sobre la necesidad de inversión en obras de infraestructura no sólo por cuestiones de seguridad sino de competitividad.
Y por si faltara algo, el frente externo avanza sobre el interno. La apertura de importaciones está reconfigurando precios y márgenes. En el agro, Agroactiva lo dejó en evidencia: proveedores brasileños y chinos desembarcaron en masa con productos 30% o 40% más baratos. En maquinaria agrícola, la ofensiva es total. “En 60 días Brasil te responde, China necesita seis meses”, graficó un industrial. Y en construcción, el fenómeno es calcado: desde tornillos hasta estructuras completas llegan desde Brasil. Es más, en estos días hay una comitiva por el país asiático que explorará las posibilidades de importaciones directas sin intermediarios.
Además, volvió a subir el costo del financiamiento. Entre Expoagro y Agroactiva, las tasas en pesos pasaron del 9% al 21% en pesos, y en dólares del 5% al 8,5%. “El productor mira más la tasa que la cosecha”, confesó un empresario. A esto se suma un dato clave: faltan 20 días para que termine la rebaja temporaria de retenciones al maíz, la soja y el girasol. ¿Qué hará el Gobierno? En Córdoba apuestan todo el lobby creen que seguirá la rebaja sólo para el maíz. Expresaron todas las bondades desde la tribuna de Maizar días atrás, mientras desde otras provincias reclaman continuidad total. Y entre las oportunidades de que si esto ocurriera recobró vigencia el rumor de un proyecto de 150 millones de dólares por parte de AFA para una nueva planta de bioetanol.
En paralelo, el ruido político subió fuerte: Cristina Fernández se convirtió en candidata en medio de rumores de sentencia e incluso detención. En el mundo, Trump y Elon Musk se tiraron con munición pesada en Estados Unidos, y el presidente republicano blanqueó sus charlas con Putin y Xi Jinping en menos de 24 horas.
El impacto ya se percibe en las decisiones de inversión, en la cautela del consumo y en el humor del mercado. El Gobierno argentino tiene un vencimiento con el FMI en julio por 4.500 millones de dólares, y prepara el lanzamiento del Bonte 2 para renovar deuda en pesos antes de fin de mes. El consumo también muestra señales de fatiga: crece la morosidad con tarjetas de crédito, justo cuando se espera una inflación baja (menor al 2%), pero con una economía que no reacciona.
Todo eso pasó en solo siete días. En la Argentina del 2025, hay que saber leer más allá de los titulares. Porque el que no entiende el nuevo tablero, no solo no juega: queda afuera.
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