Entender la dinámica del crecimiento empresarial en el contexto actual es clave para cualquier emprendedor o profesional que busque consolidar su proyecto. Muchas veces, en el afán de impulsar un negocio, se confunden dos pilares fundamentales que, aunque interconectados, poseen roles y objetivos distintos: la comunicación y el marketing. No se trata de una cuestión de cuál es más importante, sino de comprender cómo cada una, con su particularidad, contribuye al desarrollo y la prosperidad de una empresa en un mercado cada vez más competitivo.
La comunicación en el ámbito empresarial es el tejido que conecta a la organización con su entorno, tanto interno como externo. Va más allá de simplemente "contar cosas"; es la construcción de puentes, la generación de entendimiento y la gestión de la reputación. Pensemos, por ejemplo, en cómo una empresa gestiona una crisis. No es una acción de marketing directa, sino una respuesta comunicacional estratégica que busca proteger la imagen y la confianza. Es la manera en que se transmite la cultura organizacional, los valores y la visión a los empleados, a los proveedores, a los socios y, por supuesto, a los clientes. Cuando una marca, como la emblemática empresa de alfajores Havanna, logra que sus productos no solo sean un deleite, sino también un símbolo de Mar del Plata y de la tradición argentina, gran parte de ese logro se debe a una comunicación consistente a lo largo de décadas, que ha sabido narrar su historia y su arraigo. "La comunicación efectiva es 20% lo que sabés y 80% cómo te sentís sobre lo que sabés", solía decir Jim Rohn, destacando la importancia de la convicción y la autenticidad en la transmisión de mensajes. Es el trabajo de cimentar una imagen sólida y coherente, que resuene con el público y genere una percepción positiva y duradera. Es la voz de la empresa, que informa, persuade y construye relaciones.
"La comunicación efectiva es 20% lo que sabés y 80% cómo te sentís sobre lo que sabés", solía decir Jim Rohn
Por otro lado, el marketing se encarga de la identificación y satisfacción de las necesidades del mercado a través de la creación, promoción y distribución de productos o servicios. Su objetivo primordial es generar valor para el cliente y, consecuentemente, rentabilidad para la empresa. Si la comunicación es el arte de construir lazos y transmitir el mensaje, el marketing es la ciencia de encontrar a quién dirigir ese mensaje y cómo hacerlo irresistible. Implica una profunda investigación de mercado para entender qué quiere el público, qué le preocupa y cómo se comporta. A partir de ese conocimiento, se definen las estrategias de producto, la política de precios, los canales de distribución y, por supuesto, la promoción. Un ejemplo claro lo vemos en la estrategia de expansión de Mercado Libre. No se limitaron a crear una plataforma; su marketing implicó entender las necesidades de compra y venta en América Latina, adaptar sus servicios a cada país, invertir en logística y generar un ecosistema de pagos que facilitara las transacciones, todo ello acompañado de campañas promocionales masivas y segmentadas que posicionaron a la marca como líder indiscutida. Peter Drucker, el gurú de la gestión, afirmaba que "el objetivo del marketing es conocer y comprender tan bien al cliente que el producto o servicio se venda solo". Esto subraya la idea de que un marketing exitoso es aquel que anticipa las necesidades y ofrece soluciones tan pertinentes que la decisión de compra se vuelve casi una obviedad.
La confusión entre ambos conceptos a menudo se da porque la promoción, que es una de las "P" del marketing (Producto, Precio, Plaza, Promoción), utiliza herramientas comunicacionales para alcanzar sus objetivos. Las campañas publicitarias, las relaciones públicas, las redes sociales y el marketing de contenidos son todas herramientas comunicacionales que el marketing emplea para dar a conocer un producto o servicio, persuadir al público y, en última instancia, generar ventas. Sin embargo, no son fines en sí mismos para el marketing, sino medios para lograr un objetivo comercial. La publicidad en un medio digital, por ejemplo, es una herramienta de marketing que busca llegar a un público específico con un mensaje particular sobre un producto o servicio. La elección del medio, el diseño del anuncio y el mensaje que se transmite, todo ello se define en función de la estrategia de marketing global de la empresa.
Para una PYME, la distinción es fundamental. No basta con tener un excelente producto o servicio si nadie lo conoce, o si la percepción sobre la empresa es negativa. La comunicación estratégica permite construir una marca sólida y confiable, generar lealtad y manejar situaciones complejas que podrían dañar la imagen. Es el trabajo de forjar la identidad de la empresa en la mente del público, su esencia y su diferencial. Mientras tanto, el marketing efectivo asegura que esa marca y sus ofertas lleguen a las personas adecuadas en el momento preciso, con el mensaje correcto y a través de los canales más eficientes. Es el motor que impulsa las ventas y el crecimiento del negocio, transformando la visibilidad en oportunidades comerciales.
En definitiva, la comunicación es el arte de construir lazos y transmitir el propósito de la empresa, su identidad y sus valores, cultivando la reputación y la confianza. El marketing, por su parte, es el camino estratégico para conquistar el mercado, identificar y satisfacer las necesidades de los clientes, generar demanda y, en última instancia, beneficio. Ambas disciplinas son complementarias y sinérgicas; una no puede alcanzar su máximo potencial sin la otra. Desconocer sus diferencias es como querer armar un rompecabezas con solo la mitad de las piezas. La clave está en comprender que, si bien se entrelazan y se alimentan mutuamente, cada una juega un rol insustituible en la compleja orquesta que es el éxito empresarial. La sinergia entre una comunicación auténtica y un marketing astuto es la fórmula para trascender en el desafiante ecosistema empresarial actual.
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